La peor ida a cine



Una de las cosas que más me gusta hacer es ver películas y a veces quisiera tener más tiempo para disfrutarlas a diario.

Pero Jorge (mi novio) y yo no podemos hacerlo todos los días así que tratamos de ir una o dos veces al mes a cine.

Durante mucho tiempo fuimos al mismo cine en un centro comercial que queda un poco lejos de nuestra casa, pero este era nuestro preferido porque era económico y tenía muy buenas salas.

Hace como dos meses ampliaron el centro comercial y el cine fue cambiado de lugar y remodelado.

Nosotros creímos que seguiría la mismo precio y decidimos ir a ver la Quinta Ola (the 5th wave). En realidad nos fuimos a ciegas confiados de que todo seguía igual.

Cuando llegamos a la taquilla todo seguía como siempre, hacíamos la misma fila para personas con tarjeta de el cinema y la atención fue muy rápida. Pero que gran sorpresa la que nos llevamos cuando nos dijeron el costo de la boleta.

Pasamos de pagar $6.000 por cada una a $14.000. Más de el doble de lo que valía antes.

Nos dijeron que era porque estaba en una sala nueva con un sonido fascinante que te hace sentir en la película y una pantalla con mejor definición y un ángulo que hace que la veas más cómodo.

Así que sin ya nada que hacer porque teníamos la reserva decidimos pagar y disfrutarla al máximo.

Cuando entramos a la sala efectivamente vimos que era nueva, hasta las sillas estaban recién puestas. Procedimos a sentarnos y lo que primero notamos era que las sillas habían sido reducidas en tamaño.

Al sentarse tus muslos no caben y quedas salido de la silla.

Luego notamos que el espaldar se reclinaba con un resorte, esto era por el tipo de pantalla, así que si querías ver bien la película debías hacer fuerza con tu espalda para que la silla no se devolviera.

Para completar la incomodidad a nuestro lado había una familia que era de otra ciudad y hablaron desde que nos sentamos, no contentos con esto tenían con ellos un pequeño de 2 años que no dejaba de llorar y gritar.

La cosa ya iba mal pero esperábamos fueran cultos y dejaran de hablar.

Nada de esto sucedió, la incomodidad de la silla, la pantalla con ángulo, el sonido que nunca nos hizo sentirnos con la película termino de colmarse con la bulla de estas personas y el uso constante de su celular.

Jorge y yo tratamos de prestar la mayor atención posible a la película para así ignorar las cosas de al rededor.

Pocos momentos he tenido en los cuales me he sentido tan incómoda e insatifecha además de estafada por el costo que pagamos.

Al final salimos de el cine con la mayor aburrición de el mundo prometiendo nunca volver a ver una película allí.

Sé que soy una persona que no disfruta las multitudes y que le encanta estar sola pero trato de estar en sociedad y comprender a los demás.

No entiendo la verdad porque alguien pagaría para sentarse en una sala de cine a hablar y revisar su celular, para esto te puedes quedar en tu casa pasando un rato más cómodo, tranquilo y sin gastar un centavo.

Espero nunca nos vuelva a suceder esto y poder seguir disfrutando de eso que tanto nos apasiona: El cine.

Aquí te cuento mi experiencia:





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